EL PUNTAPIÉ INICIAL



Tiempo atrás, en una de las tantas reuniones de la ADF, se tiró una idea para incluir aquí en la revista, como muchas otras que cada tanto se mencionan y ahí quedan flotando. . . . .; ésta decidí agarrarla y dar la patada inicial: "CUÁL ES LA PELÍCULA QUE MAS NOS GUSTÓ, DE TODAS LAS QUE HEMOS VISTO EN NUESTRA VIDA, A CADA UNO DE NOSOTROS (socios de ADF), Y UN BREVE COMENTARIO PORQUÉ".
No recuerdo quién largó la propuesta, pero cuando Horacio Maira, que estaba sentado a mi lado, se dio vuelta y a boca de jarro me lanzó: -¿Y a vos cuál te gustó?, sin dudar un segundo, respondí: "2001, Odisea del Espacio", y ahora a continuación trataré de argumentar el porque.
En primer lugar me integro a todos aquellos en el mundo entero, incluídos especialistas y críticos de cine, que proclamaron en el momento de su estreno (1968): "REPRESENTA UN QUIEBRE ENTRE LO QUE VENÍAMOS VIENDO HASTA ESTE MOMENTO Y LA APARICIÓN DE ESTE FILM". Efectivamente fue un impacto muy fuerte en mi cuore y cabeza, a tal punto que deseando transferirles ese sentimiento hoy a mis hijos, les comento que ese film es el padre de los posteriores efectos especiales tan de moda hoy en día, como "Matrix", que tanto les encanta; pero lo único que logro es que me miran con cara de: . . .pá, que pesado sos! Cuando me enteré que cada tanto la programaban por TV., les prohibí que la vieran, pensando que algún día se reestrenaría nuevamente en los cines en pantalla grande, y ellos me siguen mirando con cara de: . . .pá, que pesado sos!
Recuerdo un comentario de Martín Lobo con respecto a volver a ver un film que en el pasado nos haya impactado: -"Puedes llevarte una gran desilusión, no lo vuelvas a ver, mejor quedarse con la impresión de aquel momento". En cierta medida tiene razón; mi experiencia me dice que eso ocurre con aquellos que tratan temas puntuales de una época, modas o ficciones superficiales, pero no ocurre lo mismo con los que plantean todas las preguntas profundas que se hace históricamente el ser humano; y éste es uno de ellos. Una expedición a los confines del universo y a los del alma, desde el remoto pasado al futuro. Creo que Kubrick se identificó con el personaje al encarar esa aventura solitario, con enorme riesgo, sumado al haber logrado tener el control absoluto de todos y cada uno de los pasos del proceso, además de ser un obsesivo de la perfección, así terminó componiendo esta sinfonía visual que dejó absoleto a todo el cine de ciencia ficción (nunca se vio un film de éste género en donde no existen los extraterrestres, por citar algún aspecto), pero éste film va mas allá para encapsularlo en el género: preguntas como -¿De donde vengo, quién soy, donde voy?, están latentes a lo largo de su proyección, hasta que ese súper-hombre final, en su lecho de muerte, da paso al nacimiento del feto-astral (el nuevo hombre).

Sería muy largo citar los innumerables detalles pequeños que hacen gigante a esta obra, pero no puedo dejar pasar un par de ellos.
La iluminación (Geoffrey Unsworth), integrada a la escenografía desde el diseño de realización. La introducción espectacular del poema sinfónico "Así hablaba Zarathustra" de Richard Strauss, y que no le quede grande a las imágenes que la acompañan. La magia de los paisajes de comienzo logrados en estudio con el sistema "Front Proyecting". El paso del mono al hombre, transformación que comienza por el "asesinato" (hueso-herramienta-arma). Al final éste súper-hombre que ha logrado vencer todos los escollos, en su aventura infinita, demuestra que el ser humano nunca es perfecto, cuando provoca un pequeño accidente y rompe una copa.
Bueno, paro aquí, porque no me van a permitir ocupar toda la revista, parloteando sobre los innumerables descubrimientos visuales que aporta este film. Dejo la posta para alguno de mis colegas y voto para que esta cadena de comentarios no se corte. . . . .
. . . . ..Ah!, casualmente los otros días leí que el padre de Haley Joel Osment, el niño actor de "Sexto Sentido" e "Inteligencia Artificial", le había sugerido no ver por TV. "2001. . . . ", que se debía procurar hacerlo en pantalla grande; emocionado de encontrar alguien que pensara igual, corrí a contárselo a mis hijos; esta vez no me miraron con cara de. . . . ., sino que me lo dijeron: ¡Páaa, que pesado sos!

(con mucho amor a Juan y Manu)

Rogelio Chomnalez
Revista ADF, Nro. 17 - Diciembre 2005